Sobre la expo de Ramón Unzueta en París

Eduardo Manet

El título de la exposición es ya un motivo de sueño: al pintor en persona (quien luce mucho más joven que su A la sombra de las muchachas en flor, «À l’ombre edad) y pudimos conversar libremente.

des jeunes filles en fleurs». El libro mítico de Marcel Otro punto que nos une: Unzueta es un apasionado de

Proust: À la recherche du Temps perdu, En busca del tiempo películas mudas. Y admira, como yo también, a Alla Nazi-perdido. Obra (siete libros) que leí en español y en inglés antes de pasar al francés.

Como dije en una ocasión, soy un fanático de Ars Ate- lier dirigido por Zoé Valdés y su esposo, Ricardo Vega (sin olvidar la jeune fille en fleur, Attys Luna Vega Valdés), porque cada exposición es un motivo de placer estético y de encuentro amistoso.

Eso explica mi interés por la nueva exposición de este artista. Primer golpe: La sobriedad de todos los cuadros presentados. 7 cuadros. Número simbólico. ¿Casualidad o magia santera? La exposición comienza el 7 de septiembre y finaliza el 7 de octubre.

Tres 7 igual: 21. Número de suerte.

Y Ramón Unzueta merece toda la suerte del mundo visi- ble y de los mundos invisibles.

Segundo golpe. Las siete jeunes filles en fleurs tienen nombres. ¡Y qué nombres! María Inmaculada, María del Mar, María de los Milagros, María Gilberte de las Nieves, Dulce María Odette, María Dolores, y María Albertine Soledad. ¡Las siete Marías!

¡Atención! Entre María y María, Unzueta “cuela” tres nombres proustianos: Odette la coquette, Gilberte amor de infancia y sobre todo, Albertine, la pasión, la prisionera. Albertine, un amor de fuego que en realidad no era otro que, Alberto, el chofer y la pasión de Proust.

Unzueta conoce a fondo el tema y muestra (¡oh, prodi- gio!) un sentido del humor tierno y feroz al mismo tiempo. Tercer golpe (como acto tercero de una obra de teatro)… No sé por qué, imaginaba un viejo pintor enamorado de la

literatura y el mar.

Una característica excelente de Ars Atelier es aquella de presentar siempre un documental del pintor y su pintura realizado por Ricardo Vega. Es así que yo estaba en el inte- rior del salón y veía la película proyectada a la entrada del atelier. La veía de espaldas, es decir, al revés.

Cuando salí al exterior para ver el documento de frente, me di cuenta que se trataba de un joven pintor de cuaren- ta y ocho años. Fue entonces que Zoé Valdés me presentó mova, la esposa gay de Rodolfo Valentino, el galán bisexual del Hollywood mudo.

El azul es mi color preferido. Blue is my color. Y puede que me equivoque pero me parece que las siete Marías tienen algo en los ojos que recuerdan los Bette Davis’ eyes.

Mirada coqueta de María Inmaculada, mirada inocente de María del Mar, mirada un poco alucinada de la mila- grosa María, hierática mirada de Gilberte quien conserva la tradición de María Odette, la mamá de Gilberte Swann, mirada trágica (bien sûr!) de la Dolorosa y mirada de reto de Albertine, la Prisionera en busca de su libertad.

¡Ojo, espectadores de la exposición! El humor de Un- zueta va más allá de lo que sospecháis. Todas sus Marías tienen, además de ojos azules color de mar, cuellos exqui- sitos de cisnes. Le cygne. Swann es el personaje central que inicia la saga de Proust. Quítenle una “n” a Swann y nos queda Swan, cisne en inglés.

Hay pintores buenos. Hay pintores mediocres. Hay pin- tores malos. Y hay pintores que se colocan en otra dimen- sión. Para mí, son casos únicos.

Unzueta (apellido de origen vasco) se coloca en esa ca- tegoría especial. De su obra, que es numerosa según el catálogo, no conozco más que los siete cuadros presenta- dos en Ars Atelier.

Nadie sabe de dónde vienen los vascos. Nadie sabe cuál es el origen de la lengua vasca. Si Unzueta no es de origen vasco, yo lo designo como vasco de adopción.

En realidad, Unzueta, como todos los grandes artistas, está más allá de países y de fronteras. Un marciano caído del cielo. Un delfín surgido del mar. Ese es el signo ver- dadero de todo gran pintor.

Gracias, Zoé; gracias, Gustavo, por ofrecer a París la oportunidad de conocer a un pintor de una calidad rara. Y si los franceses no llenan el atelier, y no compran cua- dros… Tant pis pour Paris!

Que las Marías, que María, madre de Jesús, den una lar- ga vida a Ramón Unzueta. Para la gran dicha del arte de la pintura. Y del arte en general.

 

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