LOS OJOS DE SUS CRIATURAS

Por Luis Enrique Valdés Duarte

  No quieras despreciarme,

que, si color moreno en mí hallaste,

ya bien puedes mirarme

después que me miraste,

que gracia y hermosura en mí dejaste.

San Juan de la Cruz. Cántico Espiritual

ZOÉ ANGEL 50, OLEO SOBRE CARTULINA, 18 x 21.5

Sus ojos no me miraron. No supo que yo existía. Sin embargo, ¿a qué este sentimiento tan firme de que Ramón Unzueta ha podido atravesarme el corazón de parte a parte? Si no pudo dejar en mí gracia y hermosura, ¿a qué esta fronda hechizada en mi pecho? ¿A qué este creer que es también hermano mío? ¿A qué este amor? ¿A qué este llamarle Rami yo también? ¿A qué este sentirme tan mirado? ¿Sus criaturas me miran?

LA MUJER ROTA, OLEO EN CARTULINA, 16 X 20. 2010

  Esta vez son más que hombre o mujer, marinero, ángel, virgen, furcia, santa, bailarina, geisha, habanera, guajira, coplera, fruta, negra, torero, Zoé, Enaida… porque han surgido del arranque fresco de un manantial, de un temblor fulgurante de origen y vienen de la génesis del Universo mismo, tan reciente y tan remoto. La pintura de Rami es única, quiero decir, y es todo un contorno de la Creación que se postergó hasta que sus manos estuvieron en este mundo y crearon otro desde el que sus criaturas, efectivamente, me miran.

 Rami no pintó nunca lo que vio sino lo que nos vería. Esta es la razón de su eternidad: nos mira aún, dejando en todo, gracia y hermosura, sublimando las tragedias: la espera, el martirio, el denuesto, la agonía, el calor, el desamor, la partida… y glorificando las dichas: la esperanza, el placer, la lisonja, la paz, el fresco, la pasión, el arribo…

FLORES AZULES, OLEO SOBRE CARTULINA 18 X 24. OBRA VENDIDA

Sus criaturas, de un sensualidad primorosa, tienen poses que son la fijeza de la virtud, de la cautela, del escarmiento… tienen en los ojos la gala de haber vivido. ¿Han vivido? En él. Y están ahí, en ese instante, ajenos de lo que para nosotros los mortales es una desesperación: que todos los instantes de la vida transcurren para siempre.

Yo no vine a hacer estimación alguna de su cometido artístico ni a desentrañar sus habilidades; habrá muchas mentes lúcidas que se ocupen. Prefiero esta impavidez de olvidar que hay un lienzo o una cartulina y unos pigmentos que él dispuso durante miles y miles de horas de su existencia; elijo este azoramiento, este  pasmo que engendra en uno el arte; adoro esta sospecha de que esas miradas me han cambiado, me han hecho amarle; distingo este saberme contemplado, este sentirlo vivo en esos seres por la gloria de estos versos: “El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve”. Sólo vine a decir esto: Rami puso a sus criaturas unos ojos en los que cabe, como en los suyos propios, toda la ternura del mundo.

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