GRACIAS RAMI, POR TANTO

Por Enaida Unzueta. Galerista, Hermana y Musa del Artista
 

  Desde que papi le regaló su primera tempera a los once años nunca dejó de pintar. Se entregó a la pintura con el rigor y la vocación de un sacerdocio. Pintaba en todas partes, a toda hora aunque prefería la soledad y el silencio de la noche para crear.

  Con los ojos abiertos observaba y se miraba con una mezcla de ironía y compasión. Nada escapó a su interés, pero la mujer y su soledad constituyeron su preferencia, la nostalgia de los coladores y el campo cubano, los marineros, los santos, el circo y sobretodo, los niños. Era un ilustrador asombroso para niños porque él mismo nunca dejó de serlo.

  Reconocia todas las influencias porque su enorme cultura sobre temas de todo tipo le permitió enriquecerse de todos y crear su reconocible personalidad y estilo propio, irrepetible y único.

  Los cincuenta años que viví siendo testigo de su inmenso talento y su infinita generosidad es el mejor regalo que me ha dado la vida.

  Gracias mi Rami, por tanto.


Comparta en sus redes sociales